Fue una experiencia extraña ir acostumbrándose poco a poco a que las calles se fueran vaciando de coches y personas. Pero fue así, en los peores momentos de la crisis sanitaria nuestra ciudad llego a tener un aspecto apocalíptico. La movilidad, el eterno problema de Madrid, había sido resuelta por un agente diminuto e invisible. Compartimos con vosotros alguna de las fotos de aquellos días, testimonio de una realidad que esperamos no regrese.
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